Otoño | ||||
(秋, Omake: Aki) | ||||
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Información | ||||
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Otoño (秋, Aki) es el omake # 2 de las Crónicas de la organización Mikazuki.
La brisa matutina entró por la ventana meciendo con suavidad las cortinas de seda y randa blancas de la habitación de Ame Senko. La joven heredera del koton se encontraba tumbada boca abajo sobre la cama, con sus piernas balanceándose hacia el cielo al son de una canción imaginaria, su mentón apoyado sobre sus manos entre-cruzadas y su mirada negruzca perdida en el caer de las hojas secas y el cielo nublado.
-Otoño… -dijo en voz baja casi inconsciente.
Bajó la mirada a la pequeña libreta que descansaba en el espacio entre sus codos, deshaciendo el nudo de sus manos.
Aunque no lo parezca ella amaba la soledad de vez en cuando, tanto como amaba el sonido lejano de las hojas rojizas y marrones siendo arrastradas por el viento, era su propio contraste, una mezcla de ideas de amor y odio que iban y venían como las olas. Adoraba ese silencio, esa ausencia de voces a su alrededor que le permitía escuchar su propia respiración llenándola de paz muy dentro de sí. Seguía balanceando sus piernas al son de la canción imaginaria y con un bolígrafo plasmó un par de palabras en la pequeña libreta. Se incorporó sobre la cama, sentándose y cruzando las piernas en posición de loto, mientras soltaba un largo y perezoso bostezo y se estiraba como un gato.
Había una fecha marcada en un pequeño calendario con motivos infantiles en la pared frente a ella, observó con atención la “carita feliz” dibujada en el recuadro y pensó si no estaba ya muy grande para tan viejas tradiciones, pero ella era ella.
Sonrió y la nostalgia delineó sus facciones.
Cerró sus ojos de noche un momento conteniendo una profunda exhalación.
Dirigió nuevamente la mirada hacia el cielo otoñal, notando la presencia de diminutas gotas golpeando el cristal.
-Lluvia… como yo…- pensó.
Dos flores blancas sobre la mesa captaron su atención, no estaban ahí la noche anterior.
Un pensamiento curioso envolvió al obsequio de misteriosa procedencia.
Tomó las flores entre sus manos con dulzura aún con la interrogante rondando los rincones de su abarrotada cabeza y notó.
“Ligeramente hermosas, ligeramente marchitas”
-Como yo…-susurró.